Bienvenidos a mi espacio de promoción.
Os quiero introducir en mi trabajo contándoos una anécdota que dice mucho de mis inicios en el arte.
Nací en casa de dos artistas: mi madre y mi padre. Por eso es difícil precisar cuándo empecé a pintar. Mi primer recuerdo es de «siempre».
Mi padre tenía el estudio en casa, en una de las habitaciones. Por eso yo podía sentarme a su lado a mirar cómo pintaba.
Mi madre tenía menos tiempo para pintar porque cuidaba de una familia de cuatro hijos. Pero era una excelente maestra y me enseñó a observar cómo lo hace un artista. Nuestras clases fueron en la mesa de la cocina mientras ella hacía sus labores. ¡Esta fue mi primera escuela!
Una noche de verano, a mis seis años después de cenar, estaba yo jugando con mi muñeca y decidí buscar un lugar solitario y oscuro para dormirla. Entré en una habitación a oscuras y me senté en una silla. Cuando salí de allí no entendía por qué mi familia se tronchaba de risa con mi trasero. Hasta que llegué frente al espejo. Tenía una obra de arte abstracto en mis pololos: me había sentado encima de la paleta de óleos de mi padre.
¡Este fue mi primer diploma!
Luego llegaron los demás.
(Continúa en la página Curriculum)